lunes, 9 de mayo de 2011

El noble arte del empalamiento

Hoy como novedad os vamos a ofrecer un movimiento especial de una de las naciones que integran el juego de Papado. Concretamente El noble arte del empalamiento, perteneciente a los rumanos.

Si hay una figura famosa en la historia rumana relacionada con el catolicismo esa es la del bueno de Vlad Dracul. Dejando de lado su involuntario protagonismo como el vampiro más famoso de la historia, también ha pasado a la misma como uno de los gobernantes más despiadados y crueles. Todo hay que decirlo, con un historial familiar como el suyo (lleno de luchas intestinas por el poder que no se resolvían precisamente con el diálogo), y con los turcos llamando a las puertas, lo raro hubiese sido que nos hubiese salido pacifista. Con todo, era despiadadamente cruel y sus métodos de torturas variados, pero sobre todo era conocido por su afición al empalamiento. De hecho tanta, tanta era su afición que se le contabilizan unas cien mil víctimas a las que pasó por el palo (o el palo pasó por las víctimas). Si la cifra parece alta, hay que añadir que por la zona y por esa época se contaban medio milloncejo de habitantes. Efectivamente, el tipo empaló a un quinto de la población local.


Hay dos cuadros de Vlad Tepes. Uno es un retrato muy conocido. El otro es este...

En el contexto del juego este movimiento permite quitarse de en medio a alguna ficha que esté ella solita con otras dos fichas rumanas en la misma diócesis, una por turno. ¿Por qué dos? Bueno, es evidente. Dejando de lado la efectividad del movimiento (que sobre todo permite a los jugadores rumanos evitar invasiones en su territorio del tablero), lo cierto es que la suerte de la pobre ficha es desmoralizante.