lunes, 21 de febrero de 2011

Secta en la zona

Hoy día la línea que separa secta y religión organizada es muy fina y desdibujada.

Pero en otros tiempos[1] la distinción era clara. Toda idea ajena a la agenda de quien cortaba el bacalao era anatema y su propietario un sectario que debía ser perseguido por herejía. La lista de ejemplos es interminable, principalmente porque el Cristianismo en Europa se cargó a toda religión local con la que se enfrentó: sin necesidad de centrarnos en las grandes religiones en subcontinentes adyacentes tenemos a los pobres templarios, a los primeros protestantes, y en cierta forma a los judíos e islamistas que vivieron por la zona durante siglos.

Por supuesto, hoy llamamos sectas a unos animales completamente diferentes, y el término es despectivo. Las sectas a las que nos referimos surgen como setas[2] tras un chaparrón; al fin y al cabo basta con un tipo con labia y picaresca para vender la salvación eterna. Si el tipo con labia y picaresca encima acaba convenciendo a alguna gente importante, buena la hemos armado. Como las sectas están mal vistas, lo mejor es recurrir a las señales secretas que supuestamente sólo los miembros conocerán. Anillos con símbolos, saludos peculiares, reuniones secretas que pueden acabar en una orgía con sangre y vino (sí, la línea que separa las sectas con una pandilla adolescente también suele ser fina y desdibujada), son formas de hacer piña en la clandestinidad.

De acuerdo, una máscara que se parece a un fantasma de Pac-man no es la mejor forma de crear un sentimiento de unidad en el secretismo, pero garantiza el anonimato y la disolución del ego (otro rasgo frecuente en las sectas). ¿Y el vendedor de pescado? Una muy sutil referencia a la Orden esotérica de Dagon, una de las sectas más conocidas de la literatura.


  1. ^ Los que nos ocupan.
  2. ^ Juego de palabras no intencionado.

lunes, 14 de febrero de 2011

Roma es el centro del universo

El tema de la carta de hoy es... el principio antrópico. Que no cunda el pánico; es mas fácil de lo que suena.

Pregunta: ¿Por qué se dan las condiciones necesarias en el universo para que existamos?
Respuesta: Por que si no se dieran no estaríamos aquí para observarlas[1]

En realidad la cuestión es bastante interesante en muchos campos, pero a nosotros nos sirve sólo como punto de partida para hablar de algunos conceptos relacionados con esta carta. Empecemos diciendo que desde que el ser humano dispone de herramientas más complicadas que un palo afilado, a ningún pensador serio se le ha ocurrido afirmar que un punto en concreto de la Tierra sea el centro del universo.

Eso si, como metáfora, la frase tiene sentido. Roma ha sido el centro del universo europeo durante un buen tiempo y en varios sentidos. Durante el Imperio romano era el centro social, político y comercial; durante la Edad Media y mas allá fue eso y mas. Hubo un tiempo en el que Roma podía hacer y deshacer reyes. Si el papa reinante era favorable a una nación en concreto, los resultados solían ser impactantes.

Por desgracia, los católicos terminaron creyéndose su propia propaganda, con resultados un tanto alarmantes: hoy en día poca gente se acuerda de que Roma era originalmente sólo una de las comunidades cristianas alrededor del Mediterráneo y el ascenso del "Papa" romano no tuvo lugar mediante la unificación de las otras comunidades bajo su mando, sino mediante su escisión de la rama cristiana ortodoxa, que hoy en día aún existe y es la segunda comunidad cristiana mas numerosa del mundo[2], y considera a Roma sólo una mas de las comunidades del mundo.


  1. ^ Si, los filósofos ganan su sueldo diciendo cosas así. ¿A que mola?
  2. ^ Básicamente porque perdieron la oportunidad de colonizar las Américas. ¿Dónde creéis que viven la mayoría de los católicos si no?

martes, 8 de febrero de 2011

Club secreto

Hoy, en Monje errante, abordamos el tema de la Presión Social:

Las cartas de conversión por presión, marcadas con una "S" (por "social") son las únicas de su clase con alcance limitado. Su valor de conversión depende del número de sacerdotes propiedad del jugador que la emplea en la diócesis en la que es jugada. Puede parecer poca cosa, pero con un par de cartas podemos rellenar cómodamente ese último huequecito en la una diócesis de nivel alto.

Dado el tipo de carta, nos pareció apropiado asociarles ideas de presión social. En este caso, la exclusividad de un club privado al cual uno quiere pertenecer sólo por el mero placer de serlo. El dibujo original presentaba a dos tipos con idénticos cortes de pelo y perilla y sendas sudaderas con un críptico dibujo de un pájaro (dibujado de una forma parecida al pez de los cristianos). La verdad es que la idea no estaba del todo clara, así que nos encontramos de nuevo ante una hoja (carta) en blanco.

Finalmente decidimos dibujar una de las formas de club secreto que todos hemos conocido desde nuestra infancia: los grupitos del colegio en los cuales no nos dejan entrar. ¿No les da pena el pobre sacerdote novato al que han dejado de lado? ¿No creen que estaría dispuesto a sacrificar todos sus ideales patrióticos y religiosos por poder jugar con los demás? Nosotros creemos que sí.