domingo, 2 de enero de 2011

En mi imperio no se pone el sol

Si el criterio para elegir el material base de estos pequeños artículos fuera puramente humorístico, habría escogido una carta diferente. Aparte del rostro risueño del expy de Luis XIV encima de una frase de Carlos V la carta no es en sí especialmente graciosa.

Pero sus consecuencias son complicadas. Muy complicadas. Así que vamos a explorarlas un poco:

La primera cosa que parece pasarse por las cabezas de los jugadores es cambiar el blanco potencial de una carta de ataque para llegar con ella a otro sitio, cosa que es perfectamente posible. Nótese no obstante que si se emplea sobre una carta que ya ha entrado en juego y el nuevo blanco no es compatible con el blanco ya escogido la carta no cambiará de blanco, sino que quedará sin efecto.

No puede ser usada para convertir al Papa. Las reglas no dicen que no haya cartas que puedan convertirle. La idea es que el Papa no puede ser convertido. Si que podría emplearse para emplear una carta de defensa normal sobre el Papa o una de defensa papal sobre un sacerdote.

Puede ser usada[1] para cambiar el objetivo de las doctrinas haciendo que se apliquen sólo a determinados jugadores o fichas, permitiendo combinaciones bastante retorcidas.

Y finalmente, esta el Apocalipsis:

Desde el momento en que esta carta entra en juego solo quedan cinco turnos después de los cuales gana el jugador que posea mas influencia.

Este movimiento fue descubierto por uno de nuestros betatesters: Apocalipsis puede ser modificada para otorgar la victoria en cinco turnos a un jugador en concreto a menos que otro sea proclamado Papa primero, alguien use El rol es cosa del Diablo o alguien encuentre una rima, si JC era un rapero.

Pero esa es otra historia, y deebrá ser contada en otra ocasión.


[1] Y de hecho fue originalmente diseñada para ello.

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